Los dominios de la belleza

Hace unas semanas volví en 168 de un cumpleaños, con Javier y Julia y Natalia. Javi iba dormitando: cuando cerraba los ojos se ladeaba e impactaba indefectiblemente el hombro de una chica que le disculpó el primer cabezazo, pero no pareció estar dispuesta a perdonar el segundo; Con el tercero, dejó de quererlo.
Me miró con cara de "odio a tu amigo" y enarqué las cejas en un gesto de "no tengo culpa del tamaño de su cabeza". Su rictus de "odio a tu amigo" no se modificó y, como con esta juventud perdida uno ya no sabe a que atenerse, decidí tomar cartas en el asunto. Traté de convencerlo para que se apoye en mi hombro. No fue muy fácil porque él estaba un poco borracho. El orgullo de borracho impide que uno se haga cargo de incapacidades motrices obvias. Era el caso. Finalmente logré mi cometido y se durmió un ratito encima de mi hombro.
Mientras sentía el olor de su pelo en mi nariz y el peso de la masa encefálica acalambrarme la articulación del hombro pensé que que lindo es tener amigos, tenerlos cerca. Y quererlos.

2 comentarios:

Thiago. dijo...

Es bueno saber que en el fondo (the very bottom) sos un ser tierno.

Mr. John Steed dijo...

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