Nieve

En cierto momento pensé que el amor llegaba cuando yo cedía. No se trataba de un acto concreto: la mayor parte de las veces podían ser pequeñas concesiones (una multitud de “como quieras” y “me da igual”). Ese conjunto constituía una inflexión en mi carácter. Gustosa, claro.

Soy molesto para dormir. Puedo roncar, hablar en sueños, patear, dar vueltas y destapar a la persona que esté conmigo. Por eso, la otra noche, cuando me descubrí enredado (tranquilo y quieto) debajo de las mantas, pensé que el amor (o su probabilidad) está en ese momento: cuando relajo los músculos y cierro los ojos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Está más verde ahora.
De esto hablamos el miércoles pasado, igual los dormilones dormimos comodos con cualquiera, a mi me pasa eso.

Anónimo dijo...

Doy fe de la charla.

sleal dijo...

Janbronsky

"Evita las palabras magníficas y los silencios prolongados. Para gozar de tu amor, es preciso que seas cada vez más humilde [humilis] y más sumiso [subjectus]. Para ser feliz [felix] con la mujer que amas, la única mujer que tú amas, es preciso dejar de ser hombre libre [liber]"

Sexto Propercio, Primer Libro, Elegía X.

Nelson dijo...

y de los ronquidos!!