Catarsis


Creo que todos tenemos la fantasía de ser conductor de televisión. Un talk show a medida.
Cuando era chico mi madre lloraba cada vez que alguien aparecía detrás de un panel en "Gente que busca gente". A mi me sorprendía el sadismo de la producción que podía mantener al buscador sufriendo en vivo más de una hora hasta que aparecía el buscado, mostrándole tapes en cocinas horribles ("pobre pero digno", "humilde pero trabajador", "con corazón"). También me sorprendía que mi madre lo mire. Mi familia tiene grandes desprendimientos, enormes agujeros que no importan. Que no me importan. Una familia paraguaya paterna  que desconozco, parientes maternos también desconocidos cuando mi abuela cortó amarras. Pero como nunca estuvieron no puedo llegar a extrañarlos.
Mi talk show sería "Gente que irrita gente".En una suerte de catársis colectiva destinada a la clase media más embrutecida para permitirle vivir su cotidiano aligerada. Lo maravilloso de esos programas es que no solucionan, remedian ni nada. Nada más dicen yo también estoy en la misma y con eso la gente se conforma. No trata de mejorar, de cambiar el curso de lo que está mal. Se conforma con saber que otro está en la misma. Tirando para adelante.
Gente que irrita gente invitaría a oficinistas, empleados de comercio, cajeras y communers de la clase trabajadora  a manifestar los sinsabores de su existencia.
—Miriam siempre llega tarde y me tengo que quedar cubriendo su puesto. Como se coge al supervisor nadie le dice nada.
—Roberto no hace nada, se la rasca a cuatro manos, pero es el sobrino del dueño y es intocable.
—Yoli usa un perfume insoportable que me da nauseas. Le dije que estoy embarazada y que no lo use más pero no le importa.
Y así.
Yo los escucharía a todos. Uno por uno. Asentiría con la cabeza en un gesto mudo  (perfeccionado con las emisiones) de complicidad, resignación y los instaría a ser fuertes. El que tenga el relato más pérfido (traiciones, serruchadas de piso y miserias estarían a la orden del día), no el que tenga más rating, sino el elegido del televidente ganaría una licuadora o un set de electrodomésticos. Me gustaría ganarme un Martín Fierro al mejor programa solidario, o similar. Daría conferencias en las empresas acerca de la tolerancia, del amor.

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