Como hablar de los libros que no he leído

De pie ante el espejo ovalado de cuerpo entero, Lady Antonia Lamb se observaba, con su encantadora frente crispada. Era de una belleza clásica, con grandes ojos verdes orlados de negras pestañas, pómulos delicadamente esculpidos y boca llena y generosa. Con gesto impaciente, apartó la nube de su pelo oscuro que llevaba largo, por debajo de su cintura, y dejó al descubierto sus jóvenes pechos que emergían del corsé de encaje.
-¡Son muy pequeños!-se lamentó.
Su abuela materna, Lady Rosalind Randolph apoyó su taza de chocolate y dijo en tono seco:
-Lo que importa no es el tamaño, sino la firmeza. La forma de la copa de champán se tomó del pequeño pecho de María Antonieta, que se considerói la perfección. Como si fuera a servirle para algo con la chusma de París -concluyó Roz con irreverencia.


Enamorada (Virginia Henley)

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