— ¿Dónde estás? Tu celular saltaba al contestador directamente.
— En casa, ya sabés que no tengo señal.
— ¡Pero te llamé a tu casa! Dos veces.
— ¿Y?
— Me atendió la empleada. La primera vez me dijo que no estabas. Llamé de nuevo, dudó, fue a chequear y me dijo que no, que no estabas.
— Vino a preguntarme si estaba mi hermano.
— ¿Y?
— Y le dije que no.
— ¿Pero es tarada?
— Pobre. No debe haberse memorizado nuestros nombres todavía. Juan, José y Javier, tampoco es fácil.
— Decile que la próxima grite "¡José, teléfono!" y listo.
— Hace tiempo, un domingo a eso de la una de la tarde mi madre empezó a llamar a todos mis amigos histérica porque yo no aparecía.
— ¿Y dónde estabas?
— ¡Metido en mi cama!
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