Tendría que haber sospechado algo cuando me duché con agua fría porque el calefón se había apagado. Podría haber pensado cosas cuando me lastimé el dedo tratando de prenderlo. O cuando la empleada no paraba de hablar y lo único que quería era decirle que la bañera estaba sucia, y que la limpie. Tampoco presentí nada cuando perdí el subte y discutí con una señorita que avanzaba por la izquierda ( Chisté como vieja sanisidrense: en este país se avanza por la derecha, todos lo sabemos. Pero ella tenía tacos y me dijo que no podía soltar la baranda: subí por la izquierda). Trataba de hablar por teléfono desde el subte pero la señal se cortaba. Subí al 36 en vez del 55 hablando por teléfono( ¡los dos son rojos!) Me di cuenta rápido pero me daba vergüenza bajarme asi que esperé dos paradas más para bajar. La personaba con la que seguía hablando se rió mucho. Recién cuando le grité al chico de la verdulería y me gruñí con la de la cristalería sospeché que este día venía raro.
Me reí un poco y decidí tomarme un café más.
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