Volví para mostrarte que podía volar

Las erres se fueron de mi vida tan pronto como llegaron. Villa Ortúzar se canceló hasta nuevo aviso: la dueña reculó. ¿Demasiado jóvenes y bellos para su gusto? Dior sabe. Lo cierto es que siempre hay alguna madre para enfermar un poco más y excusarse. Caí en cuenta de algo esencial: si uno da marcha atrás con un alquiler la inmobiliaria se queda con la seña. En caso contrario, uno se queda con la calentura y ganas de llenar con huevazos el frente del local en cuestión. Sugerí ir a llenar de barro la fachada de la vieja. Un amigo, snob él, sugirió una puteada en mayonesa, para que se fuera llenando de hormigas y se hiciera visible.
Fui a Córdoba y volví. El sábado a la noche flotamos. El domingo a la mañana Lucky me llamó y señaló el piso mugriento del living donde dormía, al lado de Diego, una cachorra de raza interesante e indefinida. La bautizamos Pepa y le llenaron la panza con salame, leche y yogurt. Odié a mi pelo y su facilidad para ponerse grasoso. Disfruté mucho con gente divertida. Leí poco. Antesala del verano.

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