¿Qué le pasa a Joan?
Está enojada porque se ve gorda en su holograma.
¿Se mandó a hacer un holograma?
Obvio. Mirala.
Sí. En realidad es obvio que alguien como ella va a hacerse un holograma.
Ajá.
Si hace cinco años alguien me decía que un domingo iba a hacer la siesta con vos mirando Joan Rivers en E! al lado mío le hubiera dicho salí de acá.
Para algo no tengo televisión, querido.
Ariel se levanta y va a hacer café. Me acerca una taza y prepara sus utensilios de jardinería. Abro una silla plegable y me siento a hacerle compañía en el balcón. Ariel se tira en el suelo, rodeado de sus compras de domingo en el vivero y empieza a remover unos potus con la palita.
Al final, vos también tenés plantas de vieja. Yo soy una vieja a la que le gustan las carnosas y vos una vieja a la que le gustan las flores de vieja.
No te metas con mis geranios.
¿No le falta lugar a esos potus?
No, van a entrar.
Presiona la tierra con las yemas después de trasplantarlos. Me sorprende su técnica. Es delicado pero eficiente a la vez. Lo envidio un poco. No esperaba verlo con las manos llenas de tierra y con las uñas sucias, pero no parece molestarle.
No entiendo, ¿estás sacando unos potus para poner otros?
Sí. Los que estoy sacando me decepcionaron. No estuvieron a la altura de las circunstancias así que compré otros. ¿Querés potus?
No, no quiero potus. Son iguales, Ari.
No, no son iguales. Por eso compré otros. Hoy me peleé con una vieja en el vivero por los geranios. Estaban en mi carrito y de repente no estaban más. Los busqué por todos lados, porque sabés que no podía ir a buscar otros geranios, necesitaba mis geranios. Y no los encontré y me rendí. Cuando estaba en la caja veo una vieja chota al lado que tenía mis geranios. Me los había robado.
¿Pero estos son los tuyos o lo suyos?
Son los otros que tuve que agarrar. Los míos se los quedó ella. Obvio que le dije mirá justo los geranios que me desaparecieron del changuito.
¿Y qué te dijo?
Nada, son inimputables.
¿Cómo sabías que eran los tuyos?
Lo sabía.
Los potus esos realmente están apretados.
Van a aguantar. Más les vale ¿querés una Violeta de los Alpes?
¿Qué te hizo?
No se portó bien durante el invierno. No estuvo a la altura de las expectativas.
Bueno, dale.
Agarro la planta y miro el horizonte que en su octavo piso es infinito. Miro el sol, miro los balcones de los otros edificios y apoyo los codos sobre los apoyabrazos de la silla.
Cuando el sol cae en diagonal solo se puede ser feliz.